
Un viaje sensorial en cada copa: así se vivió la Expo Vino 2025
Este año llegué justo para la última noche de la Expo Vino 2025, y aunque no pude estar los tres días como me hubiese gustado (el trabajo manda), siento que esta fue, sin dudas, la mejor edición a la que fui hasta ahora.
Desde que entré al Talleyrand Costanera ya se sentía un ambiente distinto: mucha gente, muchas copas en alto y una vibra de esas que solo se generan cuando hay buena comida, buen vino y gente con ganas de disfrutar. Como siempre, la organización fue impecable, pero este año la cosa subió un par de niveles.
Me sorprendieron gratamente las estaciones de comida (había al menos tres o cuatro bien completas) con propuestas súper variadas: desde opciones más clásicas como mini tartar de carne o empanaditas de carne, fiambres, quesos de todo tipo o hasta cosas un poco más jugadas como bruschettas con toppings espectaculares que te hacía volver a la estación más de una vez. No solo acompañaban bien los vinos, te hacían quedarte más tiempo charlando y picando algo entre copa y copa.
Dato de interés
¿Sabías que Expo Vino 2025 fue declarada de Interés Turístico Nacional por la SENATUR? Un reconocimiento que confirma lo que los que vamos cada año ya sabemos: esto es mucho más que una feria.
“En Expo Vino 2025 no solo disfrutás de una copa excepcional: aprendés sobre vinos, descubrís sabores nuevos, te conectás con personas que comparten tu misma pasión, viviendo una experiencia que va más allá de una expo.”

Y hablando de copas, la selección de vinos fue impresionante. Grandes bodegas, etiquetas que ya conocía y otras que descubrí ahí mismo. Lo mejor de estos eventos es que siempre encontrás algo nuevo para probar y algo viejo para reconfirmar por qué te gusta. Me encantó también que mucha gente se animaba a preguntar, a aprender, a compartir. El ambiente era relajado pero con ese toque especial que tiene una noche bien armada.
Otro punto a favor: la copa oficial Stölzle Lausitz que te dan al ingresar. No sé si es psicológica la cosa o qué, pero tomar un buen vino en una buena copa hace que todo tenga más sentido.
Me fui con la sensación de que el vino cada vez está más presente en Paraguay, no solo en eventos como este, sino en el día a día, en las cenas, en las reuniones, en la forma en que disfrutamos el tiempo con otros. Expo Vino no es solo una feria, es un ritual que se repite cada año y que, si te gusta el mundo del vino, no te podés perder.
¿Me hubiese gustado ir los tres días? Obvio. Pero esa última noche fue más que suficiente para recordarme por qué siempre vuelvo. ¡Salud, y hasta la próxima edición!